jueves, 13 de junio de 2013

Vivir con alergia alimentaria (capítulo 3)


Tengo 14 años y soy alérgica a huevo, frutos secos, kiwi, melocotón, albaricoque, higo, uva, melón, judías verdes y algunos pescados como el lenguado, casi desde que tengo uso de razón.
Hace unos meses mi médico decidió que era el momento de intentar lo que llaman desensibilización al huevo.
Me daba un poco de miedo pero vi la mirada ilusionada de mi madre mientras la escuchaba decir lo maravilloso que sería vivir sin tener que leerse todos los etiquetados de la tienda ni con temor a que una toma incidental de huevo pudiera suceder estando yo lejos de ella que decidí que lo iba a intentar. ¿Por mí? ¿Por ella?

Tuve que tomar un batido un poco desagradable que contenía cantidades infinitesimales de huevo. La cantidad iría subiendo en función de mi tolerancia.
Si tenía una reacción, dábamos un pasito atrás pero al día siguiente volvíamos a intentarlo de nuevo.
Lo pasé mal.
Mamá estuvo en todo momento a mi lado cogiéndome de la mano y acariciando mi pelo cuando me sentía mal.
Unas veces era un simple picor en la boca pero otras sentía un intenso picor por todo el cuerpo, sensación de falta de aire, dolor intenso en la tripa y dificultad para tragar. En estas ocasiones tanto mamá como mi médico me miraban con gesto preocupado mientras me tumbaban en una camilla y me ponían algunas inyecciones de urbasón y, a veces, de adrenalina.
Pero yo lo seguí intentando hasta que por fin, casi una semana después,....pude probar un huevo frito.
Lo cierto es que no me gustó mucho y que el recuerdo de todas las veces que me lo ha hecho pasar mal me infunde mucho temor.
Ahora hemos pasado de no poder probar ni oler las trazas de huevo a tener que tomarlo todos los días.
No sé si decir basta!!! en algún momento.
Mamá tenía mucha ilusión...
Es posible que a cada reacción mi sistema inmunitario se vaya desensibilizando  y retrocediendo en su ofensiva, pero de lo que tengo una absoluta certeza es que mi miedo va creciendo.
Ayer tuve que reencontrarme de nuevo con mi archienemigo el huevo frito.
Yo no quería comerlo pero sabía que si quiero mantener mi sistema inmunitario a raya debía hacerlo.
En menos de media hora me quería morir. El picor que empezó en mis labios continuó hacia mi garganta hasta el punto de hacer que no pudiera tragar.
Mi cuerpo entero ardía mientras me ponía roja como un tomate. Pero lo que es peor...a mi habitual dolor de tripa le acompañó una sensación de falta de aire angustiosa.
Mamá no lo dudó un instante y me puso la temida inyección de adrenalina y no se apartó de mi lado hasta que pudo comprobar que aquella reacción se mantenía a raya.
No sé, sinceramente si merece la pena.

¿Me atreveré a decírselo?


 
Brilliant disguise. Bruce Springsteen

6 comentarios:

  1. Cuanto se agradecen estos testimonios, que hacen más llevadero el enfrentamiento a las alergias alimentarias. Uno se siente menos solo, y le es grato encontrar un poco de empatía en la Red.
    Mucho ánimo, y gracias por tu testimonio.

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  2. De nada.
    El ser humano necesita comunicarse. Y en esto de las alergias, aunque a veces vivamos incomprensión, aislamiento y soledad, por parte de los más cercanos, no estamos solos, ni mucho menos.

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  3. Hoy mi hijo cumple 14 años. Desde que nació es alérgico a la proteina de la leche de vaca (ni leche, ni queso, no yogurt, ni carne de ternera, ni embutidos, ni..ni...), también al huevo, a las legumbres, al cacahuete, chocolate, marisco...

    La cuestión es que tiempo atrás le pregunté que le parecería hacer la desensibilización, y me contestó que "ni hablar" que no quería pasar por eso. Para mí es una cuestión de seguridad para su futuro, pero como creo que no es definitivo, no le insistí. Dias atrás el análisis de sangre periódico dió un nivel muy bajo para las lentejas y el médico quiso probar. Fué un desastre. Al medio segundo de engullir una cucharita de lentejas, el picor en la garganta ya era terrible, y a los pocos minutos le costaba tragar. Total que le pusieron adrenalina.

    Después de esta experiencia y después de haber leído tus pensamientos, cuando dices que no sabes si lo haces por tí o por tu madre, creo que no volveré a proponérselo.

    Muchas gracias por tu blog

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  4. Hola
    El post realmente lo he escrito yo, como madre. Soy médico de familia y mi blog es un poco ecléctico ya que escribo sobre reflexiones después de la consulta, sobre experiencias en la vida diaria, cocina, rutas, relatos cortos...
    Pero también he escrito algún post sobre la alergia alimentaria.
    Este es el tercer post. Después de la última experiencia hace dos días, viendo sufrir a mi hija pensé si merecía la pena. Sobre todo, si le merecía la pena a ella.
    Mi hija cumplió los 14 años en abril y es muy madura para su edad. Además, desde el punto de vista legal, puede ser considerada menor maduro por lo que, al menos, debemos contar con su opinión a la hora de tomar decisiones.
    Ayer, la pregunté si seguíamos adelante o parábamos, máxime cuando tiene en vista hacer un campamento durante 10 días en julio. Y yo no sé si es peor asegurar que no coma nada de huevo, o, para mantener la desensibilización, tener que comerlo todos los días sin saltarse ni siquiera uno solo para no volver atrás.
    Ella prefirió seguir adelante. Después de todo lo que ha pasado hasta llegar aquí no quiere volver atrás.
    Puedes volver a proponer a tu hijo el tema de la desensibilización siempre que tú lo consideres oportuno. Pero de lo que no cabe duda alguna es que debes tener muy en cuenta lo que él opine a la hora de decidir si hacerlo o no.
    Nosotros pasamos dos semanas muy duras en el Hospital niño Jesús pero ella fue valiente y quiso seguir.
    Y yo, debatiéndome en la duda de seguir o no, acompañé su decisión apoyada por los alergólogos.
    Suerte en este camino de rosas y espinas que es la alergia alimentaria.
    Un saludo.

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  5. Ni qué decir tiene que lo que yo he plasmado aquí es lo que pienso que ella puede sentir o pensar.

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  6. Gracias por compartirlo, Doc. Como siempre, enriquecedor...

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