viernes, 28 de junio de 2013

Me gusta la gente


Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace.
La gente que cultiva sus sueños hasta que esos sueños se apoderan de su propia realidad.  
 
Me gusta la gente con capacidad para asumir las consecuencias de sus acciones, la gente que arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de un sueño, quien se permite huir de los consejos sensatos dejando las soluciones en manos de nuestro padre Dios. 

 Me gusta la gente que es justa con su gente y consigo misma, la gente que agradece el nuevo día, las cosas buenas que existen en su vida, que vive cada hora con buen ánimo dando lo mejor de sí, agradecido de estar vivo, de poder regalar sonrisas, de ofrecer sus manos y ayudar generosamente sin esperar nada a cambio.

Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente, pero sin lastimarme ni herirme. La gente que tiene tacto.

Me gusta la gente que posee sentido de la justicia.  A estos los llamo mis amigos.

Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría y la predica. La gente que mediante bromas nos enseña a concebir la vida con humor. La gente que nunca deja de ser aniñada.

Me gusta la gente que con su energía, contagia.

Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos razonables a las decisiones de cualquiera.

Me gusta la gente fiel y persistente, que no desfallece cuando de alcanzar objetivos e ideas se trata.
 Me gusta la gente de criterio, la que no se avergüenza en reconocer que se equivocó o que no sabe algo. La gente que, al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos.

La gente que lucha contra adversidades.

Me gusta la gente que busca soluciones. 
 
Me gusta la gente que piensa y medita internamente. La gente que valora a sus semejantes no por un estereotipo social ni cómo lucen. La gente que no juzga ni deja que otros juzguen.

 Me gusta la gente que tiene personalidad.

Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano, es intentar sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón.

La sensibilidad, el coraje, la solidaridad, la bondad, el respeto, la tranquilidad, los valores, la alegría, la humildad, la fe, la felicidad, el tacto, la confianza, la esperanza, el agradecimiento, la sabiduría, los sueños, el arrepentimiento y el amor para los demás y propio son cosas fundamentales para llamarse GENTE.

Con gente como ésa, me comprometo para lo que sea por el resto de mi vida, ya que por tenerlos junto a mí, me doy por bien retribuido.
 
MARIO BENEDETTI 
 

lunes, 17 de junio de 2013

Siempre hay momentos para ser feliz (3º parte)

Todos tenemos una lista de cosas que detestamos. Pero es mucho más gratificante hacer una lista de momentos o situaciones que te gustan, te motivan y te hacen feliz.
Doy click a me gusta en:

1. Compartir buen rato de risas
con mi marido y mis hijos.

 
2. Reecontrarme con familiares y amigos y preguntarles, sinceramente,qué tal les va


3. Perderme entre las páginas de un buen libro

 
4. Encerrarme entre cacerolas y libros de cocina cocinando para la familia y los amigos.

 
5. Pasear por la orilla del mar cuando ya casi no queda nadie por la playa y lo único que se escucha es el sonido de las olas.
 
 
6. Pasear por Madrid cogida de su mano

 
7. Perderme en un museo

Give me one reason


Mantente siempre en movimiento

El desánimo cada día tiene más protagonismo en nuestras vidas.
Sólo algunos pocos se libran de tener a alguien cercano azotado por la crisis y el paro.
Y los pocos que tienen trabajo viven en un sinvivir con el miedo de perderlo, con la presión de hacer más por menos, con el agobio de no llegar a fin de mes.
Los síntomas emocionales  y psicosomáticos siempre han tenido un importante protagonismo en la consulta del médico de familia pero cada vez más y más pacientes manifiestan síntomas que, a veces, no saben definir muy bien. No pueden dormir, les falta energía, no sienten ilusión por nada, ven el futuro con desesperanza.
Es difícil, cuando llevas varios casos similares y teniendo como tiene una sus propios sentimientos y preocupaciones, mantener la compostura y poner al mal tiempo buena cara.
Y no me queda más remedio que intentar arañar unos minutos para cada uno de ellos y recomendarles un cóctel que me parece infalible para volver a encontrar el centro de gravedad y recomponerse: Dedicar un poco de tiempo para la espiritualidad (si es posible con buena música, relajante)
Volver a reencontarse con uno mismo: en la era del whatsapp, el Facebook, el twitter, instagram y no sé cuántas historias más, uno habla mucho con los demás, comparte mucha información,  pero se comunica poco. Con los demás y con uno mismo. , con los demás y con uno mismo.
 
Viktor Frankl, padre de la logoterapia, les preguntaba a sus pacientes: ¿Porqué no te suicidas?
El objetivo no era dar ideas ni mucho menos, sino descubrir de un plumazo el sentido último de cada uno para enseñarle el camino de la esperanza.
Cada uno debe reencontrarse con aquello que le motiva, que le mantiene en movimiento, que le permite seguir adelante.
 

A veces las personas nos aferramos a fantasmas del pasado y nos negamos a ver que ahora vivimos otra realidad. Son cadenas que nos bloquean. Que nos inmovilizan. Que hacen que no seamos capaces de seguir adelante.
 
Muchas veces nos regocijamos chapoteando en nuestras miserias y en nuestros fracasos, en lugar de levantarnos, sacudirnos el polvo de la ropa y seguir caminando.
 
Nos empeñamos en llevar una mochila en la espalda llena de cosas inútiles y prescindibles olvidando que siempre tenemos motivos para ilusionarnos, ser felices, tener proyectos y, lo que es mejor, ponerlos en práctica.

Es fundamental admitir nuestro presente y nuestra realidad para adaptarnos a ella.

Lo acaba de estudiar mi hijo en cono:   fundamental para sobrevivir....adaptarse al medio.

Si esta lección la aprenden los niños de 4º de primaria,   ¿ Porqué se nos olvida tan fácilmente?

 
Give me one reason. Tracy chapman

viernes, 14 de junio de 2013

vivir con alergia alimentaria (capítulo 4. La visión de una madre)

Vivir con alergia es duro para el que la padece pero yo, como madre, no respiro tranquila cuando mi hija come fuera de casa.
Para ella acudir a un cumpleaños, ir de excursión, o comer en casa de una amiga es toda una aventura. He de decir que a pesar de que con dos años la dieron ensaladilla en el colegio y tuvo una reacción anafiláctica en el comedor, sus profesores y muchos de sus amigos tomaron conciencia de la importancia que tiene no poder comer nada que lleve huevo, ni trazas.

No se puede decir lo mismo de algunos familiares y muchos amigos que pueden llegar a decirte aquello tan peligroso de "si total...por un poquito no te va a pasar nada". Menos mal que ella, del susto que se dio con dos años, aprendió enseguida a preguntar por la presencia o no de huevo en la composición de los alimentos (lecitina, ovoalbúmina, lisozima......) Era todo un poema ver la cara de la gente cuando una niña de dos años y medio les preguntaba ¿lleva emulgentes?

A lo largo de estos doce años luchando con la alergia hemos tenido dos reacciones anafilácticas por ingesta accidental de huevo y una con el kiwi así que mis temores son más que fundamentados.

Hace aproximadamente un año, la alergóloga de mi hija nos propuso entrar en un estudio aleatorizado controlado de inmunoterapia oral con huevo. Hasta ahora se tardaban meses en desensibilizar a un alérgico pero con esta terapia se puede conseguir la ingesta de huevo en menos de una semana.

A mí me pareció realmente esperanzador y no lo dudé por un momento.
Sabía, como médico, a lo que nos enfrentábamos.
Durante casi diez días fuimos avanzando con paso lento, a veces retrocediendo un poco por alguna reacción más severa. Tuve que ver a mi hija pasarlo mal en varias ocasiones pero su determinación para seguir adelante hizo que yo no tirase la toalla en ningún momento.
Por fin, después de diez días, nos dieron vía libre para tomar huevo.
Yo ilusionada. Ella con mucho temor. Temor a probar algo desconocido. Temor a poder tener una reacción severa.
Fue un huevo frito.
No le hizo mucha gracia. Siempre que veía a su hermano comer entusiasmado su plato favorito le preguntaba a qué sabía. Ella lo encontró soso. La tortilla de patata tampoco le hizo mucha gracia. Y eso de comer de vez en cuando merengues, mahonesas, huevo duro, tortilla francesa tampoco le entusiasma.
Pero las reglas del juego son muy claras. Porque ella no ha dejado de ser alérgica al huevo. Y esto es algo que la gente en general no entiende.
Sólo hemos conseguido que su sistema inmunitario lo tolere. Le hemos atontado. Le hemos desensibilizada. Pero para mantenerlo bajo control, una vez que has llegado a este punto de tolerancia, debes comer huevo sí o sí. Esto es, que a diario debe comer algo que contenga huevo (rebozados, croquetas, bollería, pasta al huevo....) y al menos cada 48-72 horas huevo. 
Pero en cantidades controladas. Es decir, un huevo al día. En forma de tortilla francesa, de patata, frito, merengue, mahonesa o similares.

En el momento que no sigues de forma estricta esta norma, su sistema inmunitario se envalentona y puede enfrentarse a la siguiente toma de forma más virulenta.

Con 14 años ya es una persona plenamente consciente de todo esto pero yo sigo teniendo miedo, quizá más que antes, cuando come fuera de casa. Porque hemos pasado de no comerlo a tenerlo que comer todos los días y yo no sé si en algún momento podemos tener alguna recaída.

Cuando era más pequeña, con ocho años, estuvo una semana en un campamento musical y no me agobié tanto como me siento ahora, que se quiere ir diez días a un campamento, porque ella tenía claro lo que podía no comer y su monitora estuvo muy pendiente de ella. Aún así tuvo un percance con una higuera...por querer darle higos a su amigo el caballo. Menudo agobio recibir la típica llamada que empieza con " no te agobies, pero....."
También ha estado en otras excursiones. La última, de dos días, tuve que ir a buscarla corriendo porque la monitora se sentía incómoda por cómo iban evolucionando los síntomas. Y lo cierto es que parecía un monstruo cuando la recogí. Casi me da algo. En esta caso no llegamos a saber la causa aunque no parece que fuera la ingesta oral de ningún alérgeno, sino más bien la exposición a polvo con ácaros o polen.

Hasta ahora las reacciones que ha tenido en esta fase de desensibilización han sido al hacerse un ponche, al tomar merengue o al comer huevo frito.
Ayer para cenar le puse un huevo frito. Ella estaba muy asustada. Llevaba mucho tiempo sin comer el huevo así y siempre ya que lo había hecho había tenido algún síntoma. Se lo comió con muchísimo miedo.
A la media hora se empezó a sentir mal. Se puso totalmente roja, con la cara hinchada, voz ronca, dolor de tripa y pitos....La puse su antihistamínico, su corticoide y finalmente tuve que echar mano de la adrenalina.
Qué puede suceder si se va al camino de Santiago?
Pues dos cosas...una...que no haga el tratamiento de desensibilización....con lo cual se acabó el problema. No tendrá ningún síntoma salvo que accidentalmente tome algo con huevo. Pero iremos hacia atrás en este camino largo que comenzó en noviembre.
Que haga el tratamiento tal y como debe hacerse (comer cada dos días huevo y a diario cosas con huevo)....y aquí es donde la reacción puede ser imprevisible. Y, es aquí donde realmente estoy muy pero que muy preocupada.
¿Qué hacer? ¿Cuándo parar?
Uno se siente a veces muy solo en esta lucha.
 

 
 ¿Dónde estábais? La unión.

jueves, 13 de junio de 2013

Vivir con alergia alimentaria (capítulo 3)


Tengo 14 años y soy alérgica a huevo, frutos secos, kiwi, melocotón, albaricoque, higo, uva, melón, judías verdes y algunos pescados como el lenguado, casi desde que tengo uso de razón.
Hace unos meses mi médico decidió que era el momento de intentar lo que llaman desensibilización al huevo.
Me daba un poco de miedo pero vi la mirada ilusionada de mi madre mientras la escuchaba decir lo maravilloso que sería vivir sin tener que leerse todos los etiquetados de la tienda ni con temor a que una toma incidental de huevo pudiera suceder estando yo lejos de ella que decidí que lo iba a intentar. ¿Por mí? ¿Por ella?

Tuve que tomar un batido un poco desagradable que contenía cantidades infinitesimales de huevo. La cantidad iría subiendo en función de mi tolerancia.
Si tenía una reacción, dábamos un pasito atrás pero al día siguiente volvíamos a intentarlo de nuevo.
Lo pasé mal.
Mamá estuvo en todo momento a mi lado cogiéndome de la mano y acariciando mi pelo cuando me sentía mal.
Unas veces era un simple picor en la boca pero otras sentía un intenso picor por todo el cuerpo, sensación de falta de aire, dolor intenso en la tripa y dificultad para tragar. En estas ocasiones tanto mamá como mi médico me miraban con gesto preocupado mientras me tumbaban en una camilla y me ponían algunas inyecciones de urbasón y, a veces, de adrenalina.
Pero yo lo seguí intentando hasta que por fin, casi una semana después,....pude probar un huevo frito.
Lo cierto es que no me gustó mucho y que el recuerdo de todas las veces que me lo ha hecho pasar mal me infunde mucho temor.
Ahora hemos pasado de no poder probar ni oler las trazas de huevo a tener que tomarlo todos los días.
No sé si decir basta!!! en algún momento.
Mamá tenía mucha ilusión...
Es posible que a cada reacción mi sistema inmunitario se vaya desensibilizando  y retrocediendo en su ofensiva, pero de lo que tengo una absoluta certeza es que mi miedo va creciendo.
Ayer tuve que reencontrarme de nuevo con mi archienemigo el huevo frito.
Yo no quería comerlo pero sabía que si quiero mantener mi sistema inmunitario a raya debía hacerlo.
En menos de media hora me quería morir. El picor que empezó en mis labios continuó hacia mi garganta hasta el punto de hacer que no pudiera tragar.
Mi cuerpo entero ardía mientras me ponía roja como un tomate. Pero lo que es peor...a mi habitual dolor de tripa le acompañó una sensación de falta de aire angustiosa.
Mamá no lo dudó un instante y me puso la temida inyección de adrenalina y no se apartó de mi lado hasta que pudo comprobar que aquella reacción se mantenía a raya.
No sé, sinceramente si merece la pena.

¿Me atreveré a decírselo?


 
Brilliant disguise. Bruce Springsteen

martes, 11 de junio de 2013

Sé flexible

A veces nos empeñamos en hablar y en intentar ser el protagonista.
Otras, uno está más predispuesto a escuchar y a ser espectador que partícipe.
De vez en cuando es bueno parar y tomar conciencia de dónde estamos y pensar hacia dónde quieres seguir dirigiendo sus pasos.
A veces nos empeñamos y nos empeñamos y nos empeñamos en pertenecer, en ser, en importar.
Y olvidamos que buscando ese objetivo dejamos de ser nosotros mismos y  perdemos el norte.
Es difícil mantener el centro de gravedad en su sitio, el equilibrio, cuando los vientos que te azotan son fuertes.
Sin embargo en momentos , en los que el viento sopla casi huracanado es más importante ser flexible que ser fuerte. El junco es capaz de soportar mejor las embestidas del aire porque es capaz de adaptarse a su ritmo. Pero aunque seas flexible es importante no perder de vista quién eres y cómo quieres vivir tu vida.

Sé flexible. Sé tú mismo. Cree en ti.

Relato corto: Crónica de la infelicidad y del primer paso hacia la infidelidad

Querida amiga
Hoy he sentido los nervios de una principiante mientras conducía al punto de encuentro. Después de tontear por mail, él ha dado el primer paso.
Yo sólo conocía su voz, que me acompañaba cada día en el atasco de rigor para ir a trabajar.
Cada mañana ansiaba el momento de sentarme en el coche y sintonizar su emisora.
No sé bien qué día dejó de importarme el atasco de la gran ciudad porque cuanto más atasco había más tiempo podía escuchar su voz y más tiempo tenía para construir en mi mente una imagen varonil, madura y seductora. Una imagen que me mirara a los ojos, que me tendiera la mano y que me hiciera sentir única y especial.
Que me hiciera sentir que yo le importaba a alguien. 
No recuerdo bien el día que se me ocurrió escribir el primer mail. Sí recuerdo que eran sobre las ocho de la tarde y que me encontraba en casa terminando un trabajo delante del ordenador.
Justo cuando iba a cerrarlo para ir a preparar la cena me decidí a enviar el mail.
Creo que en el fondo no esperaba que respondiera. Pero sorprendentemente tardó menos de cinco minutos en hacerlo.
Mientras preparaba la cena comenzó un ir y venir de la cocina al ordenador y una cadena de mensajes. Me sentía como una colegiala.
Así, un día tras otro hasta que llegó el momento en el que necesitaba dar un paso más.
Y el día elegido fue precisamente hoy.
Me he levantado muy decidida e ilusionada. ¡¡Hacía tiempo que no me sentía así !!!
Hacía mucho tiempo que nadie esperaba así por mí.
Me he cambiado de ropa cerca de veinte veces porque no me sentía capaz de dar con la combinación exacta que me hiciera sentir a gusto para una ¿primera cita?

Me he maquillado casi a ciegas...no era capaz de mirarme directamente a los ojos cuando me he puesto delante del espejo. Quizá porque pensaba que mi otro yo me iba a devolver una mirada de desaprobación absoluta por lo que estaba a punto de suceder. Pero ¿Qué iba a suceder?  Lo que es peor, ¿Qué es lo que quería que sucediera? ¿Qué esperaba de este encuentro? He empezado a asustarme.
No era capaz de recordar la última vez que sentí los mismos nervios previos al encontrarme con Manuel.
Hace ya tanto tiempo que no somos capaces de dedicarnos los mismos besos, las mismas caricias, la misma mirada, ni compartir  la misma ilusión que al principio, que ya ni me acuerdo.
Hace ya tanto tiempo que no siento el mismo deseo en su mirada... Más bien siento desaprobación y reproche.... Quizá  como reflejo de los míos. Todo es rutina y desilusión.
Al bajar al garaje me he mirado en el espejo del ascensor. Es como un acto reflejo que repito cada día. Y al mirarme a los ojos he visto unos ojos ilusionados y temerosos. Mis ojos brillaban. Nada que ver con la imagen triste y descorazonada que me devuelve el espejo cada día. 
Y quizá eso es lo que ha hecho que empezara a tener dudas.
Me he mirado de nuevo a través del espejo retrovisor para comprobar que todo estaba en su sitio. Me ha sorprendido  ver que aunque mis ojos transmitían algo de temor, volvían a tener brillo, el brillo de la ilusión.
Cuando he llegado al punto de encuentro, su oficina, mi temor ha ido aún más en aumento.
Su secretaria le ha notificado mi llegada mientras me invitaba a sentarme en la sala de espera. Me sentido tan desconcertada que he preferido esperarle en la calle.
No dejaba de pensar ¿qué estás haciendo aquí? ¿ tú estás bien de la cabeza?
Cuando ha venido a buscarme he descubierto que su aspecto es diametralmente opuesto a lo que yo había imaginado. Y he tomado conciencia de que yo tenía unas pretensiones muy diferentes de las suyas y me he sentido tremendamente incómoda.
He contado los minutos hasta que este primer encuentro, que será el último, ha llegado a su fin.
No ha habido más contacto físico que el de los dos besos de saludo y los dos besos de despedida, fruto de esa manía tan española de saludar a los desconocidos con dos besos y no con un simple apretón de manos.
Cuando nos hemos separado he emprendido el camino hacia el coche. Al principio caminaba despacio, como mareada. Necesitaba coger aire. Me sentía confusa. Tenía ganas de salir corriendo y es justo lo que he hecho.
De pronto he comenzado a correr. Cada vez más rápido, hasta que el dolor muscular, causado por meses de inactividad, me ha hecho tomar conciencia de que todo había sido muy real. No un sueño. He llegado al coche totalmente descolocada, despeinada, desorientada, sudorosa y dolorida. Sentía dolor físico pero también en mi alma.
Después de unos minutos de desconcierto ante la imagen que me devolvía el cristal me he dado cuenta de que había comenzado una huida hacia adelante, por el camino más fácil. Pero me he dado cuenta a tiempo. Mientras empezaba a recomponerme un poco me ha entrado la risa. Una risa nerviosa y desconcertante que ha acabado en lágrimas.
Y he decidido empezar el camino de nuevo en busca de el reencuentro.
 
Relato de ficción. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
 

 

Fade into you. Mazzy Star

I want to hold the hand inside you
I want to take a breath that's true
I look to you and I see nothing
I look to you to see the truth
You live your life
You go in shadows
You'll come apart and you'll go black
Some kind of night into your darkness
Colors your eyes with what's not there.

Fade into you
Strange you never knew
Fade into you
I think it's strange you never knew

A stranger's light comes on slowly
A stranger's heart without a home
You put your hands into your head
And then smiles cover your heart

Fade into you
Strange you never knew
Fade into you
I think it's strange you never knew

Fade into you
Strange you never knew
Fade into you
I think it's strange you never knew
I think it's strange you never knew.

domingo, 9 de junio de 2013

Querido yo a los 18

Este es el entrañable video que han realizado los estudiantes de medicina del Hospital de Valme de Sevilla sobre lo maravilloso que es estudiar medicina.
Me alegro de haberlo visto.
Me ha traído muchos recuerdos.
Recuerdos de la desolación que sentí el día que me quedé en blanco en el examen de biología y que por una décima no pude entrar en medicina a la primera.
Recuerdos de mi primer año como universitaria estudiando químicas porque fue mi segunda opción después de todas las universidades en las que se impartía medicina.
Recuerdos de mi segunda selectividad a la que fui tan tranquila leyendo Miguel Strogoff porque no tenía nada que perder y si mucho que ganar.
Recuerdos del día que recogí la nota y comprobé con gran alegría que por fín podía estudiar lo que quería.
Del día que pisé por primera vez la facultad y de la emoción que sentí, hace poco, al volver a atravesar sus puertas.
De mi primera clase de anatomía, de mis primeras prácticas en el hospital, de mi primera historia clínica, de mi primer paciente.
Del día que me examiné del MIR y del día que elegí plaza.
Del día que hice mi primera guardia y del día que hice la última como residente.
De mi primer parto, de mi primera parada.
Del primer paciente al que tuve que acompañar en su recta final.

De tantos  y tantos momentos.
Gracias a estos estudiantes de medicina, hoy ya licenciados, he podido recordar que sigue mereciendo la pena tanto esfuerzo.